¿Y si la tierra fuera el experimento de nuestro yo futuro?
Mónica Béjar
2/8/20252 min read


En estos últimos tiempos, donde vivimos unos avances impresionantes, en una era evolutiva solo comparable al Renacimiento, no dejo de hacerme esas preguntas existenciales que todos, en el silencio de nuestra mente, alguna vez nos hemos realizado.
Tecnología, inteligencia artificial, científicos, médicos y las grandes potencias mundiales, todos en la carrera de encontrar soluciones, o ganar más dinero, según se mire, para llegar a encontrar el elixir de la vida, o lo que es lo mismo, alcanzar la perfección del ser humano, eliminar las enfermedades y, por ende, conseguir la vida eterna.
Pero... ¿Y si no fuera una mera casualidad? Los noticieros de estos últimos tiempos no han parado de explicarnos que archivos secretos, que se guardaban hace más de cincuenta años, han sido desclasificados y puesto al alcance de todos. Naves que nos observan, personajes que aparecen en lugares concretos dejando tras de sí un mar de preguntas, testimonios de abducciones, objetos no identificados que surcan nuestros cielos sin permiso alguno sin ser detectados y algún dato más, a cuál más, sino inverosímil, preocupante.
Todos estos detalles apuntan que llevan décadas observándonos. Yo, personalmente, pienso que no han sido décadas sino siglos. Prueba de ello son algunas pinturas antiguas tan rocambolescas, que te invitan a pensar ¿por qué pintaron antenas en obras como la Santísima Trinidad, un cuadro de 1595?
Entonces, mientras lo piensas, tu mente divaga, tu cerebro danza y baila haciendo las conexiones necesarias que te llevan a pensar lo siguiente:
¿Y si el mundo no fuera más que una matriz con materia, creada y controlada por nosotros mismos?, es decir nuestro yo del futuro experimentando y usándonos como recipientes de almas, probando la resistencia del cuerpo o ensayando cuál será la materia mejor compuesta para perpetuarse en la eternidad.
Tal vez, en el futuro, ya hemos alcanzado esa preciada inmortalidad y somos el primer ensayo en tres dimensiones con el cual poder estudiar la evolución del ser humano en tiempo real.
Si esto fuera cierto, ¿Tendríamos la capacidad de cuestionar nuestra propia naturaleza? ¿Aceptaríamos esto como la verdad? ¿Dónde quedarían los dogmas y las creencias religiosas? ¿Se desmoronaría el mundo tal y como lo conocemos?
Tal vez, solo tal vez, el misterio no sea saber quién nos observa, sino que haremos cuando nos demos cuenta de que hay alguien ahí fuera y está controlando los hilos.
Yo, por el momento, me tomaré un té y esperaré el descubrimiento de la ansiada inmortalidad. ¿Quién sabe? Igual el futuro es más prometedor de lo que nos habían contado.